El 1 de agosto se cumplió, por fin, el end-date de SEPA. Aunque algunos países como España, han ido adelantándolo (en el caso español, al 18 de marzo para transferencias y al 10 de junio para recibos), a partir de este día las entidades europeas ya no pueden intercambiar fondos mediante el intercambio nacional.Hace algo más de veinte años se firmó el tratado de Maastricht que abría la puerta a la libre circulación de personas, bienes y capitales en Europa. En el momento de su firma probablemente muy pocos fueron capaces de prever las consecuencias que tendría sobre nuestras vidas. Quizá las más importantes sean el nacimiento de la moneda única, el EURO, y el Banco Central Europeo. Sin embargo, existen otros cambios de igual o mayor impacto que han pasado más desapercibidos para el gran público. Uno de ellos, sin duda es SEPA.
El Área Única Europea de Pagos, o SEPA en sus siglas en Inglés (Single Euro Payments Area), es un paso más hacia la libertad de movimientos de capitales en Europa. Abarca a todos los países que adoptaron en su día la moneda única, a los países de la Unión Europea que no utilizan el euro e incluso algunos países que no forman parte de la Unión.
Hasta febrero de 2008, cuando nació SEPA, si una entidad europea quería transmitir fondos a otra, tenía que recurrir a su entidad de intercambio nacional (en el caso de España, el Sistema Nacional de Compensación). Este sistema sólo era válido para el intercambio nacional. Si el envío de fondos era hacia entidades de otros países debía recurrirse a sistemas bilaterales como swift o los contratos de corresponsalía.
SEPA dota a las entidades europeas adheridas de una cámara centralizada en la EBA (European Banking Association) y de un conjunto de cámaras nacionales, como Iberpay en España, para el intercambio local de uso no obligatorio. De este modo, todos los movimientos de fondos entre las entidades financieras europeas, adquieren carácter doméstico, de modo que es igual realizar una transferencia de Madrid a Barcelona que de Barcelona a Helsinki o a Dublín.
La implantación de SEPA ha supuesto un esfuerzo de fusión de culturas bancarias dispares. Hay que tener en cuenta que en Europa hay sociedades muy bancarizadas, como la española o la belga y otras donde ciertas prácticas son muy novedosas. El reglamento ha obligado a realizar cesiones por todas las partes, de forma que prácticas ya olvidadas en los países más avanzados han debido retomarse, como el uso de los mandatos firmados y otras, incomprensibles en algunos países, se imponen. En esto SEPA también ha ido evolucionando y lo ha hecho con enorme rapidez. Cada año se ha publicado un rulebook, acercando el reglamento a las prácticas más avanzadas en el intercambio de fondos.
De cara al gran público, SEPA no ha supuesto más impacto que el uso generalizado del IBAN (International Bank Account Number). Sin embargo, para las entidades ha supuesto grandes cambios: no sólo se han tenido que adaptar a las nuevas figuras y plazos de los procesos, sino también a importantes cambios tecnológicos. El Consejo Europeo de Pagos, (EPC, European Payments Council) el organismo europeo responsable de SEPA, propuso para el intercambio el uso del estándar ISO 20020 basado en XML y que ha supuesto toda una revolución para las entidades.
Los sistemas tradicionales basados en ficheros planos han debido ser adaptados, cuando no directamente reconstruidos, para soportar los nuevos formatos. Además, el estándar ISO 20022 no sólo supone un cambio en lo referido a las comunicaciones bank-to-bank, sino también en las comunicaciones customer-to-bank, pues hay nuevos formatos. En el campo de banca corporativa, las multinacionales exigen disponer de estos formatos como parte del portfolio de productos que ofrecen las entidades para generar ahorros de coste de desarrollos informáticos.
Pero las entidades bancarias también se encuentran con el caso completamente contrario, clientes que desconocen totalmente los cambios realizados y para los que se han diseñado una serie de herramientas que les permiten mantener sus tesorerías operativas sin que apenas tengan que realizar cambios en su operativa diaria.
Alvantia, empresa especializada en consultoría de Banca de Empresas, ha dado soporte a varias entidades bancarias en la adaptación de sus procesos a los nuevos reglamentos. También ha participado en el diseño e implantación de herramientas que permiten a los clientes de estas entidades adaptarse a SEPA sin realizar cambio alguno en sus sistemas.