Como consecuencia de la aparición de ChatGPT (un procesador de texto cuyas respuestas se generan de manera orgánica con la ayuda de una base de datos), en los últimos tiempos se ha avivado el debate sobre la Inteligencia Artificial y el impacto que puede tener en nuestra sociedad a distintos niveles. Tanto es así, que la Unión Europea está trabajando en una normativa de IA, la primera ley integral sobre Inteligencia Artificial del mundo, que espera ver la luz a finales de año.
No hay duda de que la AI aporta y seguirá aportando innumerables beneficios, como la mejora de la asistencia sanitaria, un transporte más seguro y limpio, una fabricación más eficiente y una energía más barata y sostenible. No obstante, son muchos los que ven en ella una amenaza, pues entienden que acabará con un número muy importante de puestos de trabajo (actualmente ocupados por seres humanos). Y es que, según las estimaciones recogidas en el Think Tank del Parlamento Europeo 2020, el 14% de los empleos en los países de la OCDE son altamente automatizables y un 32% podría enfrentarse a cambios sustanciales.
Es cierto que las IA mejoran día a día y su nivel de perfeccionamiento en los últimos años ha sido impresionante. No obstante, es muy difícil que sus resultados sean equiparables a los de un ser humano. Como recordaba recientemente en su cuenta de LinkedIn Andrea Bensaid, en una ocasión le pidieron a una IA que recreara «un salmón bajando por un río» y esto es lo que produjo (la base de datos debía de tener más ejemplares listos para comer que en libertad…):
De hecho, fue el propio Sam Altman, la cara visible de ChatGPT, quien afirmó hace unos meses en su cuenta de Twitter que «es increíblemente limitado, pero lo suficientemente bueno en algunas cosas como para crear una falsa impresión de grandeza. Es un error confiar en él para algo importante en este momento. Es un avance del progreso; tenemos mucho trabajo por hacer respecto a su solidez y veracidad.»
La tecnología actual, a pesar de su versatilidad, no está libre de errores y de carencias. Pero, a medida que la IA avanza, nos preguntamos si reemplazará a los desarrolladores. Desde luego es cierto que actualmente, estas herramientas pueden asistir a los desarrolladores en muchas tareas. Por ejemplo, ChatGPT puede encontrar bugs en líneas de código y, además de marcarlos, ofrecer una explicación de los mismos, lo que implica un ahorro de tiempo para el programador. También pueden mejorar la seguridad del código (cuando la IA tiene acceso a todo el repositorio y el contexto, a través del análisis automatizado del código pueden hallarse vulnerabilidades), mejorar el diseño de una aplicación (proporcionando datos al equipo de desarrollo sobre la usabilidad de un programa, así como los pros y contras sobre la arquitectura de su código) o mejorar la experiencia del usuario (las interfaces de usuario adaptables al uso que cada persona haga de una aplicación podrían convertirse en una realidad gracias a la implementación de contenido variable, lo que reduciría el porcentaje de personas que deja de usar un producto).
Por eso, no es de extrañar que las últimas encuestas revelen que la mayoría de los programadores utiliza alguna herramienta de IA para su trabajo; en la realizada por Codemotion (y en la que han participado más de 300 miembros de la comunidad), un 60% de los programadores reconoce usarlas. La publicada por Github (realizada entre 500 desarrolladores profesionales de EEUU) es mucho más arrolladora: constata que el 92% de los programadores usa herramientas de programación basadas en IA.
No obstante, la codificación, además de habilidades técnicas, requiere pensamiento crítico, creatividad y habilidades de resolución de problemas. Todas estas cualidades, al menos de momento, no pueden ser replicadas por las máquinas, ya que requieren un nivel de intuición humana y comprensión del contexto complejo.
Parece que los programadores pueden estar muy tranquilos… Además, como explicó Sagar Patel, vicepresidente de ingeniería de Ampla, en esta entrevista para Business Insider: «La IA hace que la tecnología sea mucho más accesible para las empresas que tradicionalmente no son expertas en tecnología y, a medida que aumenta su adopción, se empiezan a necesitar más desarrolladores que puedan implementar y comprender esos sistemas para mantener la tecnología.«
De momento, los perfiles relacionados con la IA, gozan de una gran popularidad en el mercado laboral y se espera que su demanda siga en aumento en el futuro. Por tanto, podemos llegar a la conclusión de que la IA está afectando y afectará el trabajo de los programadores, pero no para sustituirlos, sino para servirles como herramienta de apoyo y facilitar su trabajo.