El Factoring, junto al Confirming, es un producto de financiación para empresas que cada vez tiene más peso en España. Y es que, según datos publicados por la Asociación Española de Factoring en agosto, la actividad de Factoring y Confirming en nuestro país creció un 8,2% durante el primer semestre de 2023, en comparación con el mismo periodo del año pasado. Debemos recordar, además, que en 2022 estos productos supusieron más del 90% del saldo de cierre de la financiación comercial en España, superando el umbral de los 250.000 millones de euros en cesiones (casi uno de cada cinco euros del PIB español fue cedido y gestionado mediante este tipo de operaciones).
No sólo es en España donde la actividad de Factoring se ha visto claramente incrementada: según datos de Factors Chain International, en 2022, el volumen global de Factoring a nivel internacional creció más del 18% con respecto a 2021 (siendo Europa, con más de un 68% de la facturación, donde se concentra principalmente el negocio).
Pero, ¿cuál es el origen de este negocio tan importante en la actualidad? Como indican Antonio Calvo y María Isabel Bonilla en su artículo “El Factoring en Europa y Estados Unidos”[i], no existe unanimidad de criterios a la hora de determinar cómo y dónde comenzó la actividad de Factoring. Algunos estudios históricos sitúan su aparición en la cultura babilónica, hace 5.000 años[ii]. Y es que, al parecer, fueron los mesopotámicos los primeros que desarrollaron un registro empresarial que permitía asegurar el pago de los servicios realizados en un tiempo determinado. Sabemos también que existieron actividades similares en los establecimientos fenicios en el Mediterráneo y en los vendedores ambulantes que en la antigua Roma comercializaban productos manufacturados entre las distintas regiones del Imperio.
Sin embargo, todos los autores coinciden en establecer el final del siglo XIV y principios del XV como fecha a partir de la cual el Factoring experimentó un importante desarrollo. Como indica Modesto Bescós[iii], para que se desarrollara el Factoring, era necesaria primero la aparición del crédito. Por tanto, es con la letra de cambio (siglo XIV) y el uso del endoso y el descuento, cuando surgen los pilares de la financiación.
Según Calvo y Bonilla, uno de los puntos de inflexión para el desarrollo del Factoring fue la colonización de las tierras descubiertas en ultramar, protagonizada por los reinos europeos. Cuando el comercio con las colonias comenzó a crecer, los productores locales optaron por contratar a agentes que se encargaban de los intereses comerciales locales en uno o varios negocios de ultramar. Así surgiría el llamado Factoring Clásico o Colonial, que se desarrolló especialmente en las relaciones entre Londres y la costa este de Estados Unidos. Entre las funciones de los agentes, se encontraba el mantenimiento de la mercancía almacenada en régimen de depositarios y la venta de la misma en nombre del fabricante. Con el tiempo, fueron muchos los que se especializaron en el sector textil y cada vez asumieron más responsabilidades, como la garantía del cobro de las ventas realizadas e incluso el anticipo del importe de las mismas a los fabricantes. Fue en 1823 cuando se publicó la primera ley que regularía la actividad: la Factor’s Act.
Pero no fue hasta principios del siglo XX cuando las compañías de Factoring dejaron de realizar, casi por completo, actividades comerciales, especializándose en las financieras (y de forma concreta en la cobranza de créditos). Es entonces cuando el Factoring Colonial cedió el testigo al Old Line Factoring.
Posteriormente, en Estados Unidos, el desarrollo del Factoring se vio influido por la complicada situación que sufrieron los bancos comerciales en 1931 y en 1933, debido a la crisis monetaria y a la crisis bancaria respectivamente. Dicha situación fue aprovechada por las empresas de Factoring, que, al no estar sujetas a las regulaciones impuestas al sector bancario, gozaban de mucha más flexibilidad tanto a la hora de conceder créditos como para determinar los tipos de interés. Nacía entonces el New Style Factoring, caracterizado por ofrecer un conjunto de servicios financieros más variados y especializados.
En Europa el escenario fue bastante diferente: como apuntan Calvo y Bonilla, a principios del siglo XX “la práctica del Factoring se encontraba en desuso, y no fue hasta la década de los años sesenta cuando el sector bancario americano, buscando satisfacer la demanda de los exportadores nacionales, decide «reimplantar» el Factoring en el continente europeo. La primera iniciativa para desarrollar estas operaciones en Europa nace en virtud de un acuerdo de colaboración establecido entre compañías bancarias estadounidenses e inglesas, que fundaron el holding IFAG (International Factor’s AG) con la finalidad de impulsar la creación de compañías netamente europeas, cuyo desarrollo posterior se ha debido en gran parte a la adaptación de las técnicas americanas del Factoring a la venta de una gama de productos mucho más amplia y al ofrecimiento de una mayor flexibilidad en los servicios prestados.”
Con el fin de ligar las compañías europeas a las entidades americanas, se constituyeron tres tipos diferentes de cadenas internacionales de Factoring:
-Por un lado, se crearon sistemas de ramificación de multinacionales a través de sus propias empresas subsidiarias en diferentes países.
-Por otro, se formaron cadenas cerradas en las que se unen diferentes entidades de Factoring, pudiendo existir un solo miembro por cada país.
-Por último, se formaron cadenas abiertas, que permiten la adhesión de varios miembros de entidades de Factoring del mismo país, que trabajan bajo normas de actuación comunes. Este sistema fue el elegido por Factors Chain International, que es la mayor cadena internacional de Factoring del mundo.
En cuanto al caso de España, y aunque es evidente que jugó un papel fundamental en la colonización de América, según los expertos no se encuentran figuras similares al Factoring en las relaciones comerciales que se establecieron con las colonias. De hecho, Calvo y Bonilla indican que “no fue hasta la década de los setenta cuando se establecieron las primeras entidades de Factoring en nuestro país.”
No obstante, en nuestra Historia, sí se contempla la figura del Factor, que en este caso, era el individuo que trabajaba para la Corona, gestionando sus cuentas de impuestos, bienes y rentas. De hecho, en el centro de Madrid se encuentra la calle del Factor, que fue llamada así porque en ella vivió, en el siglo XVI, Fernán López de Ocampo, Factor de Felipe II.
[i] Publicado en el Boletín Económico de ICE n° 2738 (septiembre 2002)
[ii] ALINGER, F.: Factoring Law and Practice. Ed. Sweet and Maxwell, segunda edición, Londres, 1995, página 4.
[iii] Bescós Torres, Modesto. Factoring y Franchising p. 15 Madrid 1990