¿Conoces la expresión “Cuenta hasta diez”?, ¿Qué es lo que nos quieren decir?, No es más que la gestión de nuestras emociones, ¿Y en el trabajo? ¿Cómo gestionamos nuestra emocionalidad?
Empecemos por definir emoción: La emoción es un cambio repentino en la predisposición para actuar. Ocurre como consecuencia de algo que sucede. Cada vez que una persona experimenta una interrupción en fluir de su vida, se producen emociones que se manifiestan de forma espontánea.
Muchas veces no somos conscientes de que estamos manifestando una emoción, la emoción la manifestamos de diferentes maneras, como por ejemplo el lenguaje corporal o la expresión facial y puedes creer o pensar que no la estás manifestando.
Nuestra identidad laboral y el contexto en el que nos encontramos nos harán tener un comportamiento u otro. Las personas tenemos diferentes identidades (trabajad@r, marido, mujer, madre, padre, ti@, herman@…) y conductas en función del contexto en el que nos situemos y tenemos que tener en cuenta que ciertos comportamientos en una compañía pueden tener diferentes consecuencias diferentes a las que pudieran tener en un ámbito personal.
Las emociones acompañan a todas las personas, aunque no sepamos reconocerlas, por tanto la emoción también está en la organización y debemos saber gestionarla.
Si no sabemos gestionar nuestras emociones en el trabajo podemos llegar a tener un comportamiento inadecuado, podemos dar una mala contestación a un compañero, faltar al respeto a un cliente o a un proveedor, que en una reunión nos exaltemos más de lo normal perdiendo las formas… Esto ocurre cuando la emoción nos embarga y no tenemos control sobre ella, condicionándonos para siempre la relación laboral y mermando considerablemente el éxito de aquello que queremos conseguir.
Una organización u equipo bien cohesionado con una buena gestión de la emocionalidad, es fundamental para el éxito y el buen funcionamiento de una compañía.
Gestión de emociones = éxito empresarial
No puedo elegir la emoción, pero sí la acción que necesito para tener la respuesta diferente a aquello que, impulsivamente, quiero hacer por la emoción que en ese momento tengo. Por tanto ¿Cómo hago para elegir esa acción diferente a la que haría si me dejo llevar por la emoción del momento?, te damos la receta, ahí va:
1. Relajarme ( respirar, respirar y respirar)
2. Aceptar la emoción
3. Identificarla, poniéndole nombre.
4. Observar que posibilidades me abre o me cierra esa emoción. No hago nada, espero, observo.
5. Revisar las conversaciones internas que me han llevado a esa emoción. (pensamientos, creencias…)
6. Construyo conversaciones alternativas
7. En base al nuevo modelo mental actúo.
Te invito a que identifiques las emociones que tienes a lo largo de un día entero y te preguntes ¿qué emoción tengo en este momento? ¿Cómo la llamo? ¿Qué me está produciendo? ¿Qué estoy sintiendo? ¿Me gusta?¿ Qué dice de mí esta emoción?¿Con qué la identifico?
“No somos responsables de las emociones, pero sí de lo que hacemos con ellas” (Jorge Bucay)