Desde el inicio de la crisis económica allá por 2007 y, especialmente, a partir de 2009, el Sistema Financiero Español ha experimentado un histórico proceso de concentración de entidades. Esto ha supuesto una drástica reducción del número de operadores en el sector, habiendo pasado de unos cincuenta a poco más de una docena, sin contar a las cajas rurales que, dentro del mundo de las cooperativas de crédito, tienen sus propios casos de fusiones y/o absorciones de mayor o menor tamaño.Como consecuencia de lo anterior y considerando que este proceso está muy avanzado, pero no totalmente cerrado, a corto plazo el escenario bancario se presenta con unos diez bancos, superando un número significativo de ellos el umbral de los 100.000 M.M. € de Activo.
No obstante, la Reconversión del Sistema Financiero no sólo va a implicar que existan menos entidades, más grandes y con una competencia fraticida entre ellas, sino que las va a obligar a un inminente replanteamiento de su modelo de negocio que les permita captar y fidelizar a los buenos clientes y, al mismo tiempo, aprender a convivir con un continuo estrechamiento de márgenes donde será vital maximizar la generación de una propuesta de valor al cliente y que esto se traduzca en un incremento continuo de valor al accionista.
En relación con Banca de Particulares, la “receta” pasará por la sempiterna “guerra de pasivo”, captación de nóminas, seguros, tarjetas…
Con respecto a Banca de Empresas, se acentúa en mayor medida la necesidad de diferenciarse con productos y servicios de valor añadido, una vez que los “clásicos” (préstamo, crédito y descuento) presentan un grado de rentabilidad y vinculación limitado. En esta tesitura, es donde pueden irrumpir de manera destacada Factoring y Confirming, teniendo en cuenta que permiten entrar en el flujo de cobros y pagos de las empresas.
Considerando todo lo anterior, muchas entidades, conscientes de las bondades de estos productos (posicionamiento en el circulante de las empresas, rentabilidad, vinculación, conocimiento del ciclo de explotación del cliente,…), están intensificando su comercialización. De hecho, desde que empezó la crisis, en 2007, esta actividad ha crecido en torno al 15% y representa ya el 16,6% del producto interior bruto (PIB), alcanzado en 2012 los 124.036 M.M. € y mostrándose como productos con notable carácter acíclico (crecieron un 0,49% en 2012, frente a la caída generalizada de la inversión crediticia).
Pese a las evidentes virtudes de Factoring y Confirming, no se debe obviar que su complejidad y los volúmenes que pueden alcanzar aconsejan disponer de aplicaciones que permitan una adecuada administración de las operaciones, logrando minimizar los diferentes riesgos inherentes a estos productos y potenciando las mejores prácticas en su comercialización y gestión.