El mercado emergente más grande del mundo no es China, sino las mujeres. Esta contundente afirmación corresponde a la economista Sylvia Ann Hewlett, presidenta y directora general del Centro para la Innovación de Talento de Nueva York y experta en cuestiones de género, que trabaja con agencias gubernamentales y organizaciones sin fines de lucro para promover a las mujeres en el lugar de trabajo.
Desde luego a Hewlett no le falta razón y es que, según el Informe Mundial GEM 2018/19 (Global Entrepreneurship Monitor), la Tasa de Actividad Emprendedora (TEA) femenina ha vuelto a aumentar, del 5,6% al 6%, y la brecha a la hora de emprender entre hombres y mujeres ha vuelto a disminuir, por sexto año consecutivo. Una situación que se refleja especialmente en España, donde nueve mujeres inician un negocio por cada diez hombres, superando así la media europea, donde sólo hay seis mujeres por cada diez hombres emprendedores.
A pesar de las dificultades que las mujeres han sufrido a lo largo de la Historia en el terreno laboral, lo cierto es que el emprendimiento femenino se ha mantenido a través del tiempo, con diferentes retos en cada época, pero con una importante diversidad de perfiles de mujeres emprendedoras.
Dentro de las pioneras, aquellas que se atrevieron a poner en marcha su propio negocio, abriendo así el camino a otras mujeres empresarias, destaca Caterina Llul i Sabastida, quien a finales del siglo XV mantuvo el patrimonio familiar y gestionó importantes relaciones comerciales en el Mediterráneo. También debemos nombrar a Fermina Orduña, la primera mujer española que patentó un invento en 1865: un carruaje especialmente adaptado para el transporte de ganado lechero. Y cómo no, a Marie Curie, pionera en el campo científico y única mujer galardonada en dos ocasiones con el Premio Nobel (en 1903 en el campo de la física junto con su esposo y en 1911 el de química, en solitario).
Muchas son las españolas que durante el siglo pasado decidieron dirigir su propia empresa. Algunas de ellas tuvieron tanto éxito que sus compañías siguen existiendo hoy en día; seguro que sus nombres te suenan… ¿Has probado algún dulce navideño de Confitería de la viuda? El origen de esta empresa se remonta a los años 20 del pasado siglo, cuando María Rojas abrió una confitería junto con su esposo en Toledo. Tras quedar viuda, decidió liderar el negocio y no sólo lo sacó adelante, sino que lo hizo cada vez más popular.
Y hablando de las fiestas navideñas, no podemos olvidar a Manuela de Pablo. Quizá este nombre no te diga nada, pero seguro que conoces el negocio que fundó en 1.904 en Madrid: la administración de loterías Doña Manolita, un emblema de la capital y la que más premios reparte en el país.
Todas ellas fueron valientes mujeres que desafiaron el rol tradicional de ama de casa en un momento de la Historia en el que, para una mujer, emprender era mucho más complicado que en la actualidad. Y es que, como ya hemos comentado, hoy en día cada vez más mujeres se lanzan al mundo del emprendimiento.
Desigualdades en función del país
Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer: según los datos de un estudio de la ONU Mujeres realizado en 173 naciones, aún existen 18 países en los que los esposos pueden impedir legalmente que sus esposas trabajen. Además, para las mujeres es más difícil compaginar su profesión con la maternidad: en todo el mundo, sólo 63 países ofrecen la baja de maternidad de 14 semanas recomendada por la Organización Internacional del Trabajo; y menos de una tercera parte de las mujeres trabajadoras tienen derecho a pedir la baja.
Afortunadamente, en algunos países se está avanzando rápidamente en este sentido. Por ejemplo en Suecia, país referente en la igualdad de género, el permiso de maternidad se alarga hasta 480 días, que padres y madres pueden repartirse como quieran.
Como dijo el ex secretario de Naciones Unidas y Premio Nobel de la Paz en 2001, Kofi Annan, «la igualdad de las mujeres debe ser un componente central en cualquier intento para resolver los problemas sociales, económicos y políticos.»