Como vimos anteriormente en un primer post, las Fintech (actores empresariales que unen en su actividad las TIC con las Finanzas) ofrecen, sin duda alguna, múltiples ventajas a los consumidores, al posicionarles en la base de los productos y servicios financieros. Es en el ámbito regulatorio o supervisor donde más nubarrones se ciernen.
Esta revolución o disrupción en el sector financiero por parte de los agentes tecnológicos se produce, según Philippe Gelis (CEO de la Fintech de cambio de divisas Kantox), en 2 olas:
- En la 1ª ola, que estamos viviendo en este momento, las Fintech disrumpen en distintas verticales del sector financiero tradicional, generando un fenómeno de desagregación o “Unbundling of a Bank”. Las verticales bancarias atacadas con mayor éxito por las Fintech son aquellas dominadas por una mayor opacidad e ineficiencia.
- En la 2ª ola, una vez superados los requisitos reglamentarios exigidos, los bancos tradicionales se verían confrontados por la aparición en el mercado de bancos de nueva creación, nacidos como Fintech y que ofrecerían a sus clientes la totalidad de los servicios financieros requeridos por éstos a través de la alianza con otras Fintech especializadas en los mismos. Para ello, recurrirían a las APIs (Application Programming Interface), que facilitan la relación entre dos aplicaciones para el intercambio de mensajes o datos.
Las reacciones de la banca tradicional ante el fenómeno Fintech se dividen a grandes rasgos en:
- Oposición frontal, generalmente por parte de las entidades más pequeñas y de ámbito geográfico limitado, percibiendo al Fintech únicamente como riesgo.
- Competencia colaborativa o competencia por parte de las entidades de mayor tamaño y ámbito internacional, generando incubadoras, aceleradoras, inversión en startups a través de capital riesgo, adquisición o creación de nuevos bancos puramente Fintech… Aprecian, además del riesgo del Fintech, la oportunidad que supone.
Según la encuesta global Fintech 2017 de PwC, actualmente se tiende hacia la segunda (la competencia colaborativa). El 88% de las entidades del sector financiero tradicional —bancos, compañías de seguros, agencias de valores, gestoras de activos, brokers…— se muestran preocupados por la llegada de estos nuevos competidores. Sin embargo, el miedo a perder parte del negocio (24% de sus ingresos) ha impulsado ya al 45% de las entidades financieras tradicionales a mantener algún tipo de acuerdo con los nuevos agentes, y un 82% asegura que aumentarán el número de alianzas en los próximos 3-5 años.
Como podemos comprobar, en los últimos años las inquietudes por parte de las entidades financieras tradicionales se han ido calmando. Pero… ¿se ha avanzado lo suficiente en el plano regulatorio?
Regulación de las Fintech
En base a su relación con las autoridades reguladoras y supervisoras, podríamos dividir a las Fintech en 3 tipos:
- Nuevos operadores que desean prestar servicios regulados.
- Operadores ya autorizados que desean ampliar el abanico de sus servicios.
- Empresas tecnológicas que prestan servicio a los anteriores, manteniendo su actividad al margen del marco regulatorio financiero.
La regulación que las afecta tiene que ver con los países en los que estén domiciliadas. Sin duda, Reino Unido ha sido el pionero en el desarrollo de incentivos regulatorios favorables a las Fintech. En 2014, la Financial Conduct Authority (FCA) lanzó el Project Innovate, en el que destacan 3 iniciativas:
- Regulatory Sandbox: un mecanismo para facilitar el go-to-market de las entidades Fintech, creando un entorno donde dichas entidades prueben productos o servicios antes de lanzarlos al mercado en un régimen de “no aplicación” de sanciones.
- Call for input: a través del que recibe feedback de las Fintech.
- Advice units o “unidades de orientación” para prestar asesoramiento normativo.
Este proyecto ha servido como modelo a las entidades del sector en otros países. Por ejemplo, la Asociación Española de Fintech e Insurtech publicó en 2017 su Libro Blanco de la Regulación Fintech en España, con el objetivo de sentar las bases regulatorias para favorecer la actividad empresarial de los operadores Fintech en el sector financiero nacional. Las propuestas de cambios normativos se proyectan sobre cuatro ideas:
- Autorización a medida y rápida en plazo: “go-to-market” en 1 mes, proporcional a la actividad que se pretende y con condiciones de acceso a la licencia mucho más simplificadas y menos complejas que las actuales.
- Implementación de un régimen de exenciones en la aplicación de determinadas obligaciones de conducta
- Espacio Virtual de Pruebas, en donde las entidades puedan experimentar con sus soluciones de manera virtual sin acceder al mercado.
- Implementación de una Dirección de Autorizaciones específica para Fintech y un equipo técnico de asesoramiento en cada Supervisor Financiero de los tres mercados (Banca, Servicios de Inversión y Seguros)
En conclusión, como evidenciaba el informe de PwC, los mayores obstáculos para la colaboración de entidades tradicionales y Fintech serían la incertidumbre regulatoria, la ciberseguridad, las diferencias en el modelo de gestión y cultura corporativa y las diferencias en los modelos de negocio. Las Fintech han progresado ya en la superación del primer escollo (la adecuación del marco normativo a las nuevas demandas de los consumidores de servicios financieros), aunque todavía falta mucho camino por recorrer. La falta de acciones concretas para la regulación de este fenómeno por parte de las Autoridades Públicas redundaría en la desventaja competitiva de las entidades españolas, beneficiando a otros países con entornos regulatorios más seguros para esta actividad.